30 nov 2014

¿Y ahora? ¿Quién podrá defendernos?


Aplaudo (de pie) la trayectoria artística de Roberto Gómez Bolaños (Chespirito), quien falleció el pasado 28 de noviembre. Yo, me crié viendo el chavo del 8 y el Chapulín Colorado a diario, luego de llegar del colegio. La verdad, hasta tuve mi propio chipote chillón.

La muerte, es la base de nuestra vida. De ahí que, con la partida de este gran comediante, solo nos queda recordar su dedicación por lo que hacía (y no, eso no podía considerarse “trabajo”). Darle vida a un personaje tomando en cuenta la inocencia, los valores familiares, el respeto y la cotidianidad: no es nada sencillo. Ahora, imagine lo que es hacerlo por más de 60 años (todo un genio). Fue, entre otras cosas: actor, guionista, productor, dramaturgo, compositor, comediante, escritor y fue estudiante de Ingeniería Mecánica; pero, su amor por lo que hacía le llevó por su verdadera vocación: obsequiar felicidad y una alegría sana, llena de valores familiares. Incluso con su muerte, me enseñó algo: Chespirito, es el diminutivo de la pronunciación en español del apellido de William Shakespeare (chekspir).

El Chavo del ocho, nos enseño que “familia” son todas aquellas personas con las cuales convives a diario de forma cotidiana; que, no hay que tener mucho para ser feliz; que, siempre habrá un vecino “rico” que te restregará sus juguetes; que te enamorarás perdidamente de una chica “inalcanzable”; que, a veces, los accidentes pasan; que, no hay nada mejor que un sándwich de jamón y queso; que el trabajo honrado siempre da sus beneficios… y, que la comida “ajena”: no tiene dueño (jajaja). Eso, y muchas otras cosas que terminan por recordarnos el valor de la amistad y de la familia. Siendo un personaje huérfano, siempre tuvo alguien que velara por él. Desde la Chilindrina hasta el propio “señor Barriga”. Fue un niño que, estudió mucho… aunque, la “chiripiorca”, (a veces) le traicionaba con Patty (su eterno amor) cuando se asustaba.    

Sobre el Chapulín Colorado, lo que primero me llega a la mente son las letras: S-BB-H-KK (su transmisión de la Luna a la Tierra). Es broma, es: ¡Más ágil que una tortuga... más fuerte que un ratón... más noble que una lechuga... su escudo es un corazón... es.. el chapulín colorado!. El Chapulín enfrentó innumerables aventuras con su chipote chillón, sus pastillas de Chiquitolina, y su Chicharra Paralizadora. Bueno, las cosas casi nunca salían conforme lo planeado (parodia); pero, este héroe (sin poderes) siempre luchó por el bien común, la justicia y la libertad. Y, siempre decía: 
¡No contaban con mi astucia! Quizás, no murió… sino que, tomó demasiadas pastillas de “Chiquitolina”… y se desvaneció. En fin, debemos estar agradecidos con Chespirito por todas las cosas que nos obsequió a lo largo de su vida. Y nada, que descanse en paz.

P.d. ¿Y ahora…? ¿Quién podrá defendernos?

28 nov 2014

Un Viaje de Diez Metros (Película, 2014).


La única forma de calmar un alma inquieta, es darle a su cerebro más información de la que puede manejar. Digamos, que en el mundo hay dos clases de personas: quienes pagan por una comida terminada (sin preguntarse de dónde salió); y, quienes le ponemos el alma a cualquier cosa que preparemos en una cocina (nosotros mismos). Ambas, son experiencias… aunque muy distintas.

El sabor ácido de una fruta, un toque de especias, el tiempo de cocción… al cocinar: cada detalle, nos lleva a un deseo o a un recuerdo. Dejo a un lado a quienes fotografían un plato, y a quienes buscan wifi al momento de comer. En la cocina tenemos dos experiencias: ensayo y perfección. Combinas eso con un poco de cultura y técnica, y si te atreves a seguir tu propio instinto…serás el mejor cocinero (o la mejor cocinera) que puedas ser. Esta película, nos lleva a un viaje por Mumbai y Francia, por tradición gastronómica, por técnica culinaria; y, lo más importante, nos lleva por la familia: amor, respeto, comprensión. Bueno, y por problemas de frenos, culturales, celos, envidia e intolerancia. Pero, al final, esta película encierra el verdadero tesoro que se esconde detrás de un buen cocinero (o cocinera).  

A veces, en la vida, las personas “prueban” tanto, de tantos lugares, que pierden el gusto por las cosas verdaderamente valiosas. Comer no se trata de cosas “saludables”, ni de probar “cosas nuevas e innovadoras”. Comer, es la culminación del alma del cocinero, no una experiencia personal. Quizás, por eso, la película trata sobre las “estrellas michelín”: un gran honor para un “chef”… Pero, ¿Cuánto valen para un cocinero?

La película “Un Viaje de Diez Metros”, va más allá de una calle que separa dos restaurantes diametralmente opuestos: trata sobre “el camino de la vida”, por decirlo de algún modo. Vemos viudos, jóvenes enamorados, historia familiar, valores culturales, innovación y un cambio por el que en algún momento pasamos o pasaremos en nuestra existencia. Y es que, resulta increíble la diferencia entre cocinar con amor, y cocinar para “vender”… se siente en el sabor, en la textura, en los cortes y en todos esos detalles que más que una experiencia gastronómica nos lleva por esos recuerdos en donde la familia es la mejor escuela para la buena comida.   

Un omelet, es el único examen para juzgar a un chef”… quizás, es cierto. Pero, un cocinero no se limita a recetas, premios o tradición: toma lo que tiene a mano y adapta el plato a su propio gusto. En la cocina, la experiencia de lo más básico es lo que te da la complejidad de un plato; y, eso, solo se logra: perfeccionando la técnica. Y no es cosa de medidas o tiempo… eso, es para la receta (repetir). Se trata de esa experiencia única al experimentar por primera vez, al innovar ese sabor… ese es el recuerdo verdaderamente valioso; y, el principio de esa historia. Recomiendo esta película con un 5 de 5… quizás, porque me gusta mucho cocinar (ja,ja.ja). 

7 nov 2014

Cosas del 2014.


Este año, son tantas las cosas buenas e interesantes en lo tecnológico, social y humano a nivel global; pero, ¿De qué sirve tener un mundo en la palma de tu mano, cuando no tienes idea de lo que en realidad es el mundo?

El “orden” en nuestro planeta, está estructurado para producir y consumir. Alguien produce y alguien consume; esta relación, interviene directamente en el desarrollo de nuestros pueblos; pero, cuando algún factor externo afecta ese “equilibrio”, se hace necesaria una “compensación” (adecuación, re estructuración, cambio). Y es, en este punto donde entra en juego la violencia, como una forma de control de las masas. Y por violencia, no me refiero a un grupo de hechos aislados derivados de impulsos humanos básicos (crímenes personales); me refiero, a una forma de presión destinada a salvaguardar ciertos intereses. Estos intereses, pueden ser por control territorial, de mercancías, intereses religiosos, estratégicos, etc. La violencia, estimula la seguridad: guardianes privados, armas modernas, sistemas de vigilancia remota, portones eléctricos, cámaras de seguridad, monitoreo de vehículos, paquetes o personas, migración, precios de los inmuebles en una determinada zona, entre otras cosas. Todos, productos de un mercado que deja beneficios netos a un muy bajo costo: la muerte de algunos pocos ciudadanos inocentes, y mucha prensa (manipulada) para crear esa inseguridad tan necesaria para el control… eso, a mi entender, es la fuente del problema.

Bueno, casi todo el problema de la violencia, apunta a dos cosas: drogas y petróleo. Se ha fijado usted que en los países donde no hay producción de drogas o petróleo, viven más tranquilos… bueno, luchan por cosas básicas (los embargan, como a Cuba, o, los invaden para derrocar a algún extremista lleno de armas inexistentes y futuros ataques); pero, al final, todo el mal chiste de la violencia apunta a un solo elemento: CONTROL. Si controlas un territorio, controlas una zona libre de paso; si controlas una mercancía, controlas un mercado; si controlas una ideología, controlas uno o varios pueblos; pero, si demuestras poder, si les hacen ver al mundo (a través de los medios de comunicación) que no  importa sacrificar unos cuantos, con tal de salvaguardar un ideal “justo” (como hacen algunos países que conocemos): lo controlas “todo”. Y en ese punto, necesitas de la violencia “casual”, de esos casos aislados mediatizados exponencialmente, para que desvíen la atención de la verdadera violencia, la violencia MILITAR: matar o morir; dividir y conquistar. 

Nos entretienen con temor por ébola, sondas espaciales, narcotráfico, homosexualidad, legalización de marihuana, y “accidentes” del diario vivir (por cierto, nunca he visto a un pollo “tosiendo”… fuera una noticia entretenida). Cuando en verdad, buscan desequilibrar economías petroleras, o tomar el control estratégico de una zona comercial en vías de desarrollo. Algunas zonas de medio oriente han sido bombardeados decenas de veces en “puntos estratégicos”, es decir, en campos petroleros. ¿Quién es más terrorista? ¿El que promueve la unión de un pueblo en base a sus creencias, y defendiendo sus tierras con el armamento disponible? ¿O, quien viaja medio mundo a bombardearlo, porque vende demasiado petróleo sin control? Lo interesante, es que según Wikipedia, el líder del Estado Islámico fue apresado por Estados Unidos hace más de una década. Entonces, me haré la pregunta que todo el mundo se hace ¿Está el Estado Islámico bajo el control de los Estados Unidos? ¿Serán un peligro real (terroristas), o serán los nuevos Osama Bin Laden, que también fue entrenado por Estado Unidos?

¿Algún día la humanidad terminará toda esta farsa? ¿Todo este juego por controlar intereses, dominar pueblos y mantener un estilo de vida medieval? ¿O, pensaremos en algo más allá? Yo, no tengo preferidos. Creo que la violencia, a veces, es necesaria para controlar una determinada situación y que no se agrave. Pero, de ahí a convertirla en un estilo de vida: no, no creo en eso. Me gusta más ver el mundo como alguien que prefiere encontrar la solución a los problemas que nos manda la vida: cosas simples: como levantar el embargo a Cuba, que no se mete con nadie y nos ayuda pese a sus precariedades; dejar a los venezolanos que elijan su propio destino y apoyen la mejoría de los ciudadanos, sin crucificarlos por el petróleo. Quiero que muchos países hagan los cambios migratorios necesarios para que una persona se sienta parte de la cultura donde se desarrolla y no como un simple código de barra (nota: sobre el caso RD-Haití, escribiré luego); quiero, que los países incentiven las ideas innovadoras y revolucionarias, en especial aquellas que atenten directamente contra sus principales intereses comerciales... así, no evolucionamos: revolucionamos el mundo (diversificándonos); Sobre Israel y Palestina, Israel: denles a los palestinos un territorio alejado de la franja de Gaza (Mar, que tanto les interesa), cerca de la frontera con otro país y déjenlos en PAZ… el genocidio, solo es útil en la mente de un enfermo. Cada persona debe aceptar la diferencia de los demás. Los chinos, están compitiendo tecnológicamente con los rusos, y se expandirán más como la primera potencia que son… sin embargo, espero que sean lo suficientemente humildes para aceptar el cambio del capitalismo, al fin y al cabo, ustedes (China) son los comunistas más capitalistas que la historia humana haya tenido. Ucrania: Estados Unidos quiere esa base naval de la URSS (Sebastopol, Crimea)… es, estrategia básica; quizás, Rusia jamás cederá. No le doy ningún consejo a Estados Unidos, ya que seguirán financiando, comprando, haciendo aliados, declarando guerras, pagando deudas, etc. Es su papel en la historia: el inconformismo de un conformista. Ya la Unión Europea, China e incluso los Estados Unidos han dado señales de fatiga a nivel de sus macroestructuras geopolíticas y socio-económicas… un desequilibrio elemental, que terminará algún día, dando comienzo a un futuro más esperanzador, pues llegará el día en que todos necesitaremos de todos para poder subsistir.

Mi mayor temor futuro, radica en las guerras biológicas. Según el orden natural de la vida: llegará el día en que algún pequeño virus (natural o artificial) cambiará el curso de la historia humana. Ya tuvimos este año la chikungunya, el ébola y un supervirus gripal (inmune a los antibióticos) que fue creado por un científico en su laboratorio, quien le envió muestras de éste a varios colegas (sin avisarles del peligro, recibiéndolo en instalaciones carentes de la seguridad necesaria para evitar un brote), también está el enterovirus D-68, que afectó a los EUA, y la bacteria come carne…  si algo nos ha enseñado este planeta es que la humanidad pese a su “grandeza”, es como la caspa en el cuero cabelludo… solo espero que la cura, no sea un “shampú” medicado.

Los seres humanos podemos mejorar mucho más de lo que somos, pero debemos darnos la oportunidad. Necesitamos eso, permitirnos desarrollarnos a nuestro máximo sin las limitaciones impuestas de alimentación, salud, religión, energía eléctrica, o tecnología. Ahora, al crear, estamos más atentos a quienes afectamos; que, a quienes beneficiamos con la idea. Tenemos tecnologías revolucionaria ya creada; tenemos conceptos teóricos revolucionarios que pueden ser desarrollados y aplicados a innumerables áreas del conocimiento. Entonces: ¿Cuál es el temor? Si mañana una tormenta solar terminara con la economía mundial, volviendo aparatos electrónicos inservibles; si un virus informático o troyano destruyera todos los soportes de los mercados financieros del mundo; si surgiera un virus gripal que eliminara el 93% de la población del mundo… ¿Cambiaríamos?

La riqueza, no es tener más; es, necesitar menos. Eso nos enseñó este año 2014: no tuvimos pandemias (la gripe común mata más personas al año que 10 años de ébola); tampoco las tormentas solares acabaron con el mundo (ya, expliqué que son la fuente del electromagnetismo terrestre: algo natural); y tampoco han colapsado los mercados financieros (pese a que los chinos y rusos viven “punchando”) , tan solo tienen sus bajas y altas (comunes). Sin embargo, cada vez que una persona te pasa por el lado y no te dice “buenos días/tardes/noche”; cada vez que alguien te ignora, voluntariamente; cada vez que nos encerramos en nuestra propia vida, basada en consumo superfluo, redes sociales y fines de semana: perdemos, lo que nos hace humanos. No me preocupan las economías globales, ni las drogas o el petróleo (y su violencia): me preocupa la falta de humanidad y de tacto que estamos desarrollando en todas las sociedades. Por eso, doy este único consejo: haga lo que usted crea correcto, sin importar las consecuencias.