15 feb 2013

Cuestiones de amor: serenidad.


Si el amor tuviera un escudo, con el cual resguardarse de las inclemencias del destino, lo llamaríamos serenidad; la verdad, sería la espada que le permitiría abrirse paso por todo camino; y, el respeto, sería su mejor armadura. Pero, la verdadera cuestión que nos trae aquí es: ¿por qué o por quién, lucharías?

El amor, al igual que la vida, es un caos; maravilloso, pero caos. Si filosofáramos sobre el amor desde la óptica del caos, podríamos decir, que es la absoluta perdida del yo frente a un mejor “nosotros”, de cara a la vida. Es el contraste mas dulce del sabor amargo del destino, que contempla en si mismo la ironía de lo efímero frente a lo injustamente eterno… basura ésta, que solo significa que en el amor aprendemos a valorar cada segundo como si fuera el último; porque, literalmente, podría serlo. Y ¿qué tiene que ver todo esto con la serenidad? ¿Cómo puede ser el amor un caos y tranquilidad a la vez?

Los seres humanos tenemos un concepto (irreal), al cual nos aferramos cada vez que podemos, y lo llamamos: control. Creemos que controlamos nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra persona, nuestra pareja, los amigos, la familia, etc. Pero, si nos detenemos a ver el mundo, somos una ínfima parte de un complejo mecanismo: partes sustituibles y reemplazables. Y esto se hace necesario, ya que nuestro fin básico como especie es el de subsistir, al margen de las situaciones. El mundo en sí, es un caos perfectamente ordenado y equilibrado, aunque verdaderamente incomprendido. Y no está demás recalcar, que si el amor se desarrolla dentro de este mundo perfectamente imperfecto, está claro que de ahí le viene esa esencia dulce, pero efímera. Aquí, entra en juego la serenidad: ese valor que nos trae la calma aún frente a las más tormentosas adversidades.

La serenidad, nos muestra que no todos los problemas tienen una solución rápida. Nos muestra, que el camino más corto no siempre es el mejor; y que, solo afrontando los problemas con tranquilidad y sosiego es que podremos obtener la mejor solución. Si vas a luchar por amor, procura visualizar hasta dónde te propones llegar; pero, si luchas por el amor de una persona, debes excluirte del problema y pensar por dos. El amor es un caos, en el sentido de que nos agobia el no saber tantas cosas que podrían ser, pasar o cambiar; que, olvidamos que dicho sentimiento se nutre de esa tranquilidad de sabernos parte de algo especial y duradero, y que podremos contar con esa persona a nuestro lado para afrontar lo que sea que disponga el destino. Y es, ese complemento de dos trabajando como uno, lo que representa el verdadero escudo de la serenidad. Así, cualquier problema, solo será un obstáculo por superar; y el destino, el mejor tiempo compartido que habremos podido vivir... nada es eterno, eso es lo que lo hace tan maravilloso. 

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